No me tires ladrillos que llevo chanclas

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No me tires ladrillos que llevo chanclas

Publicado 6 noviembre, 2014

Recientemente he tenido la oportunidad de escuchar a expertos en EPI y en seguridad laboral. Es curioso el camino que lleva andado, por ceñirnos a la seguridad de los pies, un calzado de seguridad hasta que llega al mostrador de la ferretería, del suministro industrial, el centro de bricolaje o la tienda especializada en vestuario profesional y material de protección laboral, que está aflorando también en nuestro país.

Todo juega en su comercialización. Importa el precio, aunque no debería ser esencial, teniendo en cuenta de qué estamos hablando, la normativa, la comodidad, la disponibilidad de modelos, la seguridad, y hasta el diseño, y no todo por el orden más coherente.

Los fabricantes integrados en la Asociación de Empresas de Equipos de Protección Personal, Asepal, juegan con todos estos factores, lógicamente para vender todo lo posible, pero sin volverse locos. Ante todo es el cumplimiento de las normas, cada vez más exigentes, en todas sus facetas, ya hablemos de plantillas, punteras, tejidos, resistencia al calor, al agua, ideales para electricistas, para soldadores…, todo un mundo.

Al cliente final no le tienes que contar tus hazañas y tu ética profesional plasmada en tus fabricados porque lo dan por hecho y, en base a eso, van a sopesar los factores que consideren más oportunos. De nuevo importa el precio.

Los fabricantes españoles, y las marcas extranjeras de renombre internacional que operan en nuestro país, van con la calidad por delante, por honestidad, por los multazos, y porque debe ser así. Pero otros van por detrás, especialmente orientales, que consiguen saltarse la revisión del cumplimiento de la normativa, sobre todo en el transporte por carretera. Y luego tenemos el tema de la salida de estocs, obsoletos por la entrada de nuevos productos con la legislación actualizada.

Todo este trabajo, seriedad, coste y esfuerzo llega en forma de zapato, zapatilla o bota a los pies de un señor que ya tenía en su cabeza la imagen de lo que se iba a comprar y de lo que se iba a gastar.

El profesional particular que se equivoca voluntariamente al comprar un calzado de seguridad que no cumple las expectativas del trabajo que va a realizar tiene delito, pero más lo tienen los responsables de las empresas que les calzan para trabajar en condiciones particulares.

Estos empresarios, sus encargados, capataces, responsables o como se les quiera llamar, no deben permitir ciertos comportamientos de sus trabajadores. “Es que cuando me doy la vuelta se quitan el casco, o vienen con playeras a la obra”. Pues tú mismo, si no tienes capacidad para hacérselo entender, a pagar la multa.

El otro día pasé por una obra interior, en un establecimiento que estaban acondicionando. Era asombroso: tíos con chanclas de playa, otros con zapatillas rotas con rastros de pintura imposible ya de quitar, con zapatos de mercadillo que también te sirven para ir a comer a casa de tu cuñado…, todo en un entorno de trabajos de construcción, de electricidad, soldadura.

Solo les faltaba decirse unos a otros: “ten cuidado con el ladrillo que voy en chanclas”.

 

Antonio Miranda

Director de Panoramaindustrial.com